La chispa del mal

Dios, aun habiendo creado a Lucifer muy hermoso, y aun habiéndole conferido grandes honores entre los ÁNGELES no le impidió la libertad de elección al mal ni usar sus dones en negativo. Él habría podido continuar viviendo para la gloria de Dios, siendo amado y honrado por todos los ÁNGELES. Sus capacidades habrían podido ser una bendición para las otras criaturas y una gran gloria para Dios. Sin embargo, comienza a buscar cada vez más la gloria personal y a explotar su poder para suscitar admiración y atención. Además, en lugar de someterse a la voluntad de Dios, permite que los ÁNGELES que guía le sirvan. Paso a paso nace en él el deseo de vanagloria… A pesar de que su esplendor proviene de Dios, él piensa que es mérito suyo. Comienza a creer que su inteligencia no proviene de Dios, sino de sí mismo. Por lo tanto, se convence del hecho de merecer el mismo honor y el mismo poder que Dios. Así nace el reino del caos, opuesto al reino armónico de Dios.
Lucifer está convencido de que es muy amado por los ÁNGELES. Ocupa una alta posición entre ellos; pero… en su corazón ambiciona ser como Dios. Se vanagloria de sí mismo y de sus objetivos ambiciosos. Sabe que puede contar con la máxima consideración entre los ÁNGELES. Sus grandes responsabilidades le confieren una posición de autoridad y de honor. Lucifer ha vivido siempre ante la presencia del trono de Dios y, por lo tanto, una luz resplandeciente lo envuelve. Con gran alegría, toma nota del hecho de que los ÁNGELES obedecen a sus órdenes. ¿No son sus ropas maravillosas y llenas de esplendor? ¿Porqué deberían preferir a Jesús?.
Los ÁNGELES reconocen con gozo la autoridad de Jesús y le dispensan su amor y adoración. Lucifer se inclina junto a todos los demás, pero en su corazón está ya en acción una extraña y terrible lucha. La sinceridad, la justicia y la fidelidad están en conflicto con la envidia y los celos… el orgullo lo atormenta. Siente una necesidad extrema de poder y dominio, y por lo tanto la envidia hacia Jesús comienza a tomar ventaja. Lucifer inicia su carrera de “príncipe de Matrix”, dando vida al Big Bang del mal, fomentando la rebelión y suscitando inseguridad en los ÁNGELES que se someten a su mando. Consigue engañar a muchos ÁNGELES, antes de que sus verdaderas intenciones salgan a la luz.
El intento de Lucifer de destruir la ley y la imagen de Dios entre los habitantes del cielo inicialmente tiene cierto éxito. Muchos ÁNGELES se dejan seducir por sus palabras. Sin embargo, su aparente victoria concluye con una abrumadora derrota, que tiene como consecuencia el distanciamiento de Dios y el exilio del cielo. En cambio, los habitantes del planeta tierra le ofrecen la bienvenida. El Big Bang del mal propaga sus ondas rebeldes sobre mi planeta y Lucifer se convierte de esta forma, en el ilegítimo principe, induciendo así a la raza humana a renunciar al derecho de administración de todo lo creado. El objetivo final es que Jesús renuncie, en calidad de propietario (Salmo 24:1), a sus derechos sobre este planeta que ha creado, y que reconozca a Lucifer como el nuevo y definitivo propietario.

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